De las bombillas incandescentes a las LED inteligentes que se manejan desde el móvil. Son caras pero te acabarán ahorrando bastante dinero. ¿Cómo usarlas y, sobre todo, cuáles son las mejores?
Hasta hace no muchos años, la mayoría de los rincones de cada hogar se iluminaban con bombillas incandescentes, de las de toda la vida. Sin embargo, el vetusto sistema inventado a finales del siglo XIX que permitía dar luz calentando un filamento ha sido sustituido poco a poco: las de bajo consumo y las LED han mostrado argumentos más que de sobra para hacerse con todos y cada uno de los casquillos de las casas.
Las últimas ya eran de por sí las más eficientes (una bombilla LED tiene una vida útil de hasta 50.000 horas, lo que supondría hasta 30 años encendiéndola unas 4 horas diarias) y permiten ahorrar, de media, unos 6 euros al año en la factura de la luz. Pero ese solo era el principio: aunque la inversión sea ligeramente más costosa, las LED inteligentes pueden hacer que ese dichoso pago mensual a las eléctricas sea menos doloroso.
Al adquirir una de ellas hay que tener las mismas precauciones que con cualquier LED: que el casquillo vaya a encajar en el lugar donde se vaya a conectar, que sus medidas sean las adecuadas o que la conversión vatios-lúmenes no nos juegue una mala pasada. Para evitar que una lámpara parezca el bastón de Gandalf iluminando las minas de Moria basta con recordar que los 60 vatios de una bombilla clásica son equivalentes a los 800 lúmenes de una LED.
No obstante, como decíamos, esto no es nada que no haya que tener en cuenta al comprar una LED corriente y moliente. Atreverse a hacer de nuestro hogar un sitio levemente inteligente empezando por las bombillas no es tan fácil. Con solo buscar en Amazon las distintas opciones de bombillas, el problema sale a la superficie: a día de hoy hay multitud de opciones, pocas marcas conocidas y un abanico de precios lo suficientemente amplio como para dudar de la calidad de unas y otras.
¿Para qué?
En primer lugar, es necesario tener claro por qué deberíamos decantarnos por una de estas costosas bombillas para iluminar nuestro hogar en lugar de apostar por unas LED convencionales. La principal diferencia es que, gracias a su conexión wifi, las bombillas inteligentes pueden ser controladas desde la pantalla del teléfono móvil o la de la tableta.
Así, es posible encenderlas, apagarlas o ajustar su intensidad sin moverse del sofá (o incluso estando fuera de la casa). Esta simple característica ya permite ahorrar en la factura de la luz y, en caso de pasar largas temporadas fuera, sirve para ahuyentar a los visitantes indeseados, ya que es posible programarlas para que se activen de forma automática. Además, no lleva consigo contraprestación alguna: para disfrutar de sus ventajas no es necesario hacer cambios en la instalación eléctrica de tu casa.
Por si esto fuera poco, los modelos de algunas marcas son capaces de sincronizarse con los equipos de entretenimiento del hogar (la televisión, fundamentalmente) para adaptar de forma automática la intensidad de la luz en función de la que salga de la pantalla o de la música que esté sonando. Un pequeño detalle innecesario para muchos pero que, eso sí, lleva a las bombillas a un nuevo ámbito que parecía más propio de la ciencia ficción hace tan solo unos años.
¿Cuál comprar?
Para responder a la pregunta del millón hay que partir de la base de que no se trata de componentes baratos, precisamente. Una vez asumido, solo queda repasar cuáles son las principales opciones que ofrece ya el palpitante mercado de las bombillas LED inteligentes encabezado por una compañía clásica en estos asuntos lumínicos.
Las Philips Hue fueron unas de las primeras LED inteligentes. Pero son caras. Hay otras opciones fiables como las WeMo, Victostar o las Tsing
Las Philips Hue fueron unas de las primeras LED inteligentes que salieron al mercado. Tanto es así que ya van por su tercera generación. Más allá de su trayectoria, representan una de las opciones más completas del mercado: compatibles con los televisores de la propia compañía para el ajuste automático de la intensidad de la luz, están integradas con IFTTT para poder recibir notificaciones automáticas desde las propias bombillas en el móvil y cuentan con una completa ‘app’ que permite un sinfín de combinaciones en la iluminación de tu casa.
Sin embargo, su precio es de los más elevados del mercado. Más allá del coste de una simple bombilla (alrededor de los 20 euros), el puente de Philips, el dispositivo con el que crear una red inteligente con todas sus bombillas, cuesta unos 165 euros (acompañado, eso sí, de 3 bombillas con las que empezar a jugar con la luz). No obstante, si tienes la suerte de encontrar aún una bombilla o el puente de la primera generación de Philips Hue puede que ahorres algo en esta compra inicial.
Bastante más económica es la propuesta de General Electric: por 50 euros es posible tener dos bombillas inteligentes y el controlador correspondiente (llamado Wink). Además, la compañía ofrece luego una gama relativamente amplia de bombillas para todos los bolsillos: las más económicas cuestan alrededor de unos 15 euros. Se trata, sin lugar a dudas, de una diferencia sustancial de precio.
Esta variación es más importante si cabe teniendo en cuenta que las funciones básicas de cualquier bombilla inteligente son las mismas: controlar la intensidad desde una aplicación, programar ciclos estés donde estés y, en definitiva, hacer lo que te venga en gana con la luz sin tener que moverte del sofá. En definitiva, ofrecen comodidad y un potencial ahorro en la factura. Así, el principal factor a tener en cuenta a la hora de decantarse por unas u otras puede ser, perfectamente, el precio.
Si la marca no es tan importante para ti, puedes atreverte con fabricantes menos conocidos que también ofrecen bombillas inteligentes a precios bajos. Es el caso de las Victostar o las Tsing, que también rondan los 15 euros. No obstante, sus gamas más bajas tienen una pega: en vez de conectarse a través de la red wifi, se sincronizan con el teléfono móvil a través de Bluetooth, lo que puede suponer un verdadero drama para la batería de tu ‘smartphone’ y tampoco es cuestión de gastarse en cargarlo lo mismo que ahorras por tener una bombilla inteligente.